Media noche desatando escandalosa, explícita tormenta. Las sombras desgarran y penetran el himen de mi conciencia. Arrebatan candados, liberando los sentidos, haciendo de mí un diluvio de deseos incontenidos en los que tu esencia crece desbordante en mis arterias.
La mirada cómplice, el impacto del contacto, la luz de la verdad y la belleza a flor de piel. La miel de tus sabores derramándose en mi boca, de tus labios carnívoros, el aroma en celo cuando me besas. Tanto tiempo esperando este momento...
Embriagada de un fuego indescriptible, presurosa, me acerco al contacto de tu cuerpo. No resisto un segundo más sin tocarte, sin sentir tus manos apretando mi cintura, quiero sentir tu sexo apoyado en el mío, prisionero. Tu lengua zigzagueando mi cuello y lentamente bajando hacia mis curvas, ansiosas de tu voracidad.
Sabes que los tiempos son eternos al rogar de mis pezones por tu boca. Siento la humedad de tus papilas, los espasmos, los suspiros, ronroneos, silencios, y el ritmo de un juego azaroso que nos lleva, nos arrastra entre penumbras donde me pierdo entregándome a la lejanía incivilizada de la comunión primitiva y lúdica de ir desnudándonos poco a poco, con la desesperación de querer sentirnos uno, disfrutando cada segundo de misterio.
Tus manos navegándome, las mías explorando tu entrepierna. Cataratas derramando mi tibieza, lava volcánica que mi cuerpo proclama, buscándote, pidiendo, suplicando, insolente, que no te detengas... te quiero cavernícola, devorando mis urgencias...
http://karina-crespo.neurona.com
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